HOMILÍA DE MONS. SAUL FIGUEROA CON OCASIÓN DE LA MISA
CRISMAL, CATEDRAL DE SAN JOSE, PUERTO CABELLO, JUEVES 17 DE ABRIL DE 2014
HPC 31
1. En
la primera lectura de
nuestra Misa encontramos al profeta
Isaías como portador del Espíritu del Señor: “El Espíritu del Señor esta sobre
mi porque el Señor me ha ungido”. Esta es la misma experiencia que tuvo
Jesús, según el evangelio de Lucas que acabamos de
proclamar. Es más, el Señor añade: “Hoy se cumple en mí esta Escritura que
acabáis de escuchar”.
2. En
efecto, Jesús tiene sobre sí el Espíritu Santo, y ha sido enviado
para anunciar la buena noticia a los pobres y para proclamar a los cautivos la
libertad y la vista a los ciegos. Es decir,
Jesús al poseer sobre sí, el Espíritu se convierte en un profeta. Queda
santificado para santificar. Por eso el Señor, ulteriormente al fundar su Iglesia, le envió
también su espíritu, con la finalidad de santificar a la humanidad.
3. Y
este es el objetivo que tienen los sacramentos en la Iglesia. Ellos emanan de
la Pascua del Señor o sea del Resucitado que nos quiere comunicar su vida
nueva. Son gracias específicas que recibimos para nuestra santificación. Son símbolos de la nueva creación que se
inicia con Cristo el primer Resucitado entre los muertos. El
óleo da vigor a nuestro cuerpo, el que, en manos del Médico divino, usaremos
los sacerdotes, cuando nos llamen los hermanos enfermos. Es el óleo de la agilidad y de la fortaleza en
el combate, con el que ungiremos a los catecúmenos para significarles la
asistencia desde los comienzos de la lucha de la vida cristiana, para que
resplandezca en su vida la victoria pascual de Jesús. Finalmente, es el crisma,
mezcla de aceite y perfume, instrumento de las bendiciones divinas, perfume de
fidelidad al evangelio, con el que ungiremos todo lo que tenga que asimilarse
al Ungido por el Espíritu, Cristo Jesús. Podemos afirmar, sin miedo, que
participando de esta celebración, nosotros preparamos desde ahora nuestras
visitas a los enfermos, nos comprometemos a ayudar a los cristianos en el
combate de la fe y nos hacemos colaboradores y ministros de la acción del
Espíritu que lo renueva y lo santifica todo.
4. La
Misa crismal tiene lugar dentro del jueves santo. Día de institución de la
Eucaristía y del Sacerdocio. Por ello esta Misa tiene un tono sacerdotal,
como manifestación de la comunión existente entre el Obispo y sus presbíteros
en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo, por ello se hacen hoy la
renovación de las promesas sacerdotales. Queremos expresar, desde ahora,
nuestro saludo, aprecio y sincero agradecimiento a nuestros sacerdotes. Este día debe servir, entre otras cosas, para tomar conciencia de lo que significa el
sacerdocio ministerial y su misión
dentro de la vida eclesial así
como su relación con el sacerdocio común de los fieles.
5. En
efecto, Jesús elige a hombres de este
pueblo,
para que por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión. Ellos
renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención, preparan a los
hijos de Dios el banquete pascual, presiden al pueblo santo en el amor, lo
alimentan con la palabra de Dios y lo fortalecen con los sacramentos de la vida
nueva.
6. Por ello el sacerdocio ministerial lo entendemos sólo
a partir del amor misericordioso del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas (Jn 10, 15); éste, no se entiende sino como una entrega gratuita
y pura de Cristo a su Iglesia, que vino a servir
y dar la vida como rescate por muchos (Mc 10,45).
7. En
la actualidad, nuestro pueblo siente la necesidad de Presbíteros que sean
realmente “discípulos”, es decir: que tengan una profunda experiencia de
Dios; configurados con el corazón del Buen Pastor; dóciles a las mociones del
Espíritu; que se nutran de la
Palabra de Dios, de la Eucaristía , y de la oración. Y de presbíteros “misioneros” movidos por
la caridad pastoral, que los lleve a cuidar del rebaño a ellos confiados y a
buscar a los más alejados; predicando la Palabra de Dios. Requiere de presbíteros
servidores de la vida: que estén atentos a las necesidades de los más pobres,
comprometidos en la defensa de los derechos de los más débiles y promotores de
la cultura de la solidaridad. También de presbíteros llenos de misericordia,
disponibles para administrar el sacramento de la reconciliación. Pastores “al
servicio de una Iglesia en comunión”, que ayuden a sanar las heridas de nuestro
pueblo, a reconstruir la familia y la sociedad. Por tanto, nuestro ministerio sólo se entiende, desde su
solicitud hacia las ovejas, incluidas las que no son de nuestro
rebaño.
8. En su homilía de la Misa Crismal de hoy dirigiéndose a los sacerdotes, el Papa Francisco
recordó que en el Jueves Santo, en el que Cristo nos amó hasta el extremo (cf.
Jn 13, 1), hacemos memoria del día feliz de la Institución del sacerdocio y del
de nuestra propia ordenación sacerdotal. El Señor nos ha ungido en Cristo con
óleo de alegría. La alegría del sacerdote es un bien precioso no sólo para él
sino también para todo el pueblo fiel de Dios: Ungidos con óleo de alegría para
ungir con óleo de alegría».
En este sentido El papa Francisco nos pidió hoy a los sacerdotes católicos en todo el mundo
que transmitamos "alegría" a
nuestro alrededor y convirtamos a la iglesia en una casa de puertas
abiertas".
La disponibilidad del sacerdote hace que la iglesia sea una casa de
puertas abiertas, refugio de los pecadores, hogar para los que viven en la
calle, casa de auxilio para los enfermos, camping para los jóvenes", dijo
el papa.
9. Por tanto, queridos hermanos sacerdotes hoy jueves
santo, al acercarnos a las celebraciones de la pasión, muerte y resurrección
del Señor Jesucristo, renovemos las
promesas de nuestra ordenación. Y que
esta renovación nos ayude a redescubrir
cada día más nuestra identidad y misión,
para que de esta manera podamos servir a nuestro pueblo fiel, tal como lo ha sugerido el
Papa Francisco.
10. Por último, querido pueblo de Dios les rogamos que
oren por nosotros, sacerdotes y también por mí, y por nuestro Papa Francisco, para que siempre seamos fieles a la misión
encomendada. Que es fundamentalmente un servicio a nuestro pueblo,
particularmente a los más pobres y alejados. Que la Virgen Santísima, Madre de los sacerdotes
interceda por todos nosotros. ¡Feliz día
del sacerdocio!
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