En la Beneficencia del Carmen
Con una Solemne Eucaristía presidida por Monseñor Saul Figueroa Albornoz concelebrada por el presbítero Jean Carlos Moreno y el sacerdote invitado Alfonso Peyro de la Arquidiocesis de Valencia, celebraron los abuelitos de la Beneficencia del Carmen el pasado 13 de junio, el dia de San Antonio que este año arribo a su edición numero 54.
Durante la Eucaristía el Obispo realizo la tradicional bendición del pan y al concluir la misa los devotos hicieron la procesión de la imagen del Santo Patrono por los pasillos de la Beneficencia.
Los abuelitos ademas disfrutaron de actividades culturales en horas de la tarde desarrolladas por los alumnos de la Unidad Educativa Jesus Guitian y serenata de mariachis.
Bendición a los bienhechores de la Beneficencia
Bendición a los panes
La presidenta del Comite de Damas Seglares de la Beneficencia del Carmen; Miriam Garcia aprovecho la oportunidad para hacerle un llamado a los empresarios de la zona y personas de buen corazón para que colaboren con los 41 abuelitos que alberga la institución ya que la situación esta muy difícil para conseguir alimentos, "los abuelitos tienen dias que no saben lo que es una arepa o un pan, les buscamos otras alternativas pero la verdad es que estamos muy críticos", aquellas personas que deseen llevar algún tipo de colaboración ya sea en alimentos, o en dinero deben dirigirse a la Beneficencia del Carmen, urbanización Santa Cruz.
San Antonio de Padua
Los padres de San Antonio eran muy ricos y querían ver a su hijo como distinguido hombre de sociedad. Él, en cambio, quería ser pobre por amor de Cristo y por eso se hizo franciscano.
Antonio era un gran predicador. Lo mandaron como misionero por numerosas ciudades por Italia y Francia. Convirtió a muchos pecadores sobre todo con su buen ejemplo. Cuentan que mientras oraba en su habitación se le apareció Jesús, le puso las manitas al cuello y lo besó. Antonio recibió esta gracia extraordinaria por que mantuvo su alma limpia incluso del mas mínimo pecado y amaba mucho a Jesús.
Cuando Antonio enfermó se retiró a un monasterio en las afueras de Padua, donde murió a la edad de 36 años, el 13 de Junio de 1231.
Treinta y dos años después sus restos fueron trasladados a Padua. La lengua se conservaba íntegra, sin haberse corrompido mientras que el cuerpo estaba aniquilado.
Sucedieron muchos milagros después de su muerte. Aun hoy día le llaman el Santo "de los milagros". Su fiesta se celebra el 13 de junio.
El Papa Gregorio IX lo canonizó menos de un año después de su muerte en Pentecostés el 30 de Mayo de 1232.
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