Monseñor Saúl
Figueroa, durante Misa Bendición del Mar
“Señor, danos la paz
para Venezuela”
El pasado domingo 5 de abril, Domingo de Resurrección a las 6 y 20
minutos de la mañana se llevo a cabo en el malecón de la ciudad de Puerto
Cabello, la tradicional Misa de la Bendición del Mar, este año en su aniversario número 153, la cual estuvo presidida por el Obispo de la Diócesis de Puerto
Cabello Monseñor Saúl Figueroa Albornoz y concelebrada por los sacerdotes:
Alexander Chacon, Jose Alberto Sequera, Hector Tzoc y el diacono David Oropeza
acompañados por seminaristas y monaguillos de la parroquias Catedral, Coromoto
y Virgen del Valle.
El acto religioso concentro a mas de 10 mil personas de diferentes
estados del país además de las autoridades civiles y militares del municipio,
quienes recibieron al final de la Santa Misa la esperada bendición, momento
solemne que realizo el Obispo con el Santísimo acompañado de fuegos
artificiales, pitos, sirenas de embarcaciones y pétalos de rosa lanzados por un
helicóptero de la Aviación Naval. Al final de la bendición Monseñor Figueroa
pidió por “la paz del país”, palabras que conmocionaron a los presentes.
A continuación texto completo de la Homilia Mons. Saúl Figueroa, Obispo
de Puerto Cabello:
1. Hoy domingo de Resurrección del Señor celebramos la Misa
de la bendición del mar. La Resurrección
de Cristo es la principal creencia de nosotros los cristianos. San Pablo afirmó:
“Si
Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe” (1Co15, 14). Todo sería absurdo.
Si Cristo no hubiera resucitado, el puente entre la tierra y el cielo se habría caído para
siempre. Por consiguiente hermanos ante este imponente mar
Caribe, afirmamos como San Pedro en Jerusalén
lo siguiente: “Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer
día y nos lo hizo ver (…) a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su
resurrección” (He 10,34-37). El nos
ha abierto nuevamente el camino al cielo. Y por eso hoy no debemos anteponerlo a
ninguna criatura o energía o fuerza extraña.
2. Debemos destacar
la confianza que hoy nos trae la Resurrección.
Sé que vivimos momentos difíciles por problemas personales o comunitarios. Quién
de nosotros no tiene problemas de cualquier índole: angustias, enfermedades,
problemas para educar nuestros hijos, problemas en nuestro hogar. Tampoco
podemos ocultar la gran crisis que tiene el país. Sin embargo, después de la
Resurrección de Cristo, tenemos una respuesta para nuestra existencia, tenemos una
solución para nuestra vida y para nuestro país. El país se salvará si ponemos
nuestra confianza en Cristo no solamente en nosotros mismos. Recordemos las
palabras de Jesús: “Yo soy la luz del mundo”. “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia”.
“Yo soy el camino la verdad y la vida”. Por tanto hermanos. Ánimo a
pesar de todo, nadie nos separará del
amor de Dios quien ha vencido a la muerte y el mal.
3. Esta misa de la
bendición del mar también es una expresión de
la Resurrección de Cristo en nosotros.
En efecto, al bendecir el mar, hacemos que él se convierta en una gran
pila bautismal que nos recuerda que estamos resucitados en Cristo, pues “Por
el bautismo fuimos incorporados a Cristo por su muerte y fuimos resucitados con
él, porque si nuestra existencia está
unida a él en una muerte como la suya, lo estarán también en una resurrección
como la suya” (Rom 6, 1-4). Con
el bautismo, nosotros también resucitamos.
El bautismo es, por tanto, la muerte del
hombre viejo y el resurgimiento del hombre nuevo.
4. Pero no es suficiente que sepamos que nuestro mar está
bendito y que llevemos agua bendita a nuestras casas y que ambas cosas nos recuerden nuestro
bautismo. Es necesario confirmar esto con hechos en nuestras vidas. Es lo que dice San Pablo hoy en la
segunda lectura a los Colosenses: Hermanos: Ya que habéis
resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo,
sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la
tierra.
Por tanto, es necesario que demos testimonio de la
resurrección que hemos recibido en el bautismo. Dar testimonio de la
resurrección por nuestro comportamiento. San Pablo en su Carta a los Gálatas
habla de los frutos que tenemos que manifestar como resucitados. “Los frutos del espíritu son el
amor, la alegría, la paz, la paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad,
modestia, dominio de sí”. Venezuela
está hoy necesitada de respeto mutuo, de
paz y de comprensión de unos con otros. Por tanto, queridos hermanos,
roguemos al resucitador para que nos
otorgue el don de la paz y todos nos
pongamos a trabajar fuertemente para resolver los grandes problemas que
confrontamos. Unidos todos. Aportando soluciones. Ruego, por favor que no nos
quedemos en la crítica destructiva, sino que aportemos soluciones y trabajemos con iniciativa e inventiva.
5. Pero también al
bendecir el mar, le pedimos e imploramos
a Dios por este importante recurso y por
todas las personas e instituciones que dependen de él.
Pedimos porque siga produciendo su flora y su fauna tan necesaria para nosotros. Que abunden todo
tipo de peces y demás especies marinas.
Pedimos por todos nuestros hombres y mujeres que dependen del mar para su subsistencia,
particularmente los pescadores.
Pedimos por sus guardianes. Los distintos componentes
de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, particularmente, la Armada y la
Guardia Nacional. También pedimos por La Capitanía de Puertos.
Pedimos por las empresas públicas y privadas que están
vinculadas al mar para que sus planes y proyectos se consoliden. Pedimos por
nuestro Puerto, por Bolipuerto, por las aduanas, las navieras, las almacenadoras, los transportistas. Por todos
los directivos, empleados de estas empresas.
Pedimos por todo el eje costero del Estado Carabobo,
Puerto Cabello y Juan José Mora, para que sus ciudades y localidades se consoliden
y sus proyectos se puedan efectuar y desarrollar con gran éxito hacia nuestro
pueblo.
- Por último hago una exhortación para que como ciudadanos cuidemos nuestro mar, lo mantengamos limpio. Recojamos
la basura, cuidemos nuestras playas y balnearios, no pesquemos aquellas
especies que estén prohibidas y cuidemos
su flora.
- Y nunca olvidemos que el mar
y el agua son un signos de
la presencia salvífica de Dios. El famoso cantico de los tres jóvenes del
Libro de Daniel, exalta a todas las
criaturas, entre ellas el mar:
“Criaturas
todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
vientos todos, bendecid al Señor.
Montes y cumbres, bendecid al Señor
MARES y ríos, bendecid al Señor.
MARES y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
aves del cielo, bendecid al Señor.
A TODOS UNAS FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN.
La naturaleza nos regalo un espectáculo de aves en pleno momento de la Bendición
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