jueves, 17 de abril de 2014

HOMILÍA DE MONS. SAUL FIGUEROA MISA CRISMAL. JUEVES SANTO






HOMILÍA  DE MONS. SAUL FIGUEROA CON OCASIÓN DE LA MISA CRISMAL, CATEDRAL DE SAN JOSE, PUERTO CABELLO, JUEVES 17 DE ABRIL DE 2014
HPC 31

1.   En la  primera lectura  de  nuestra  Misa encontramos al profeta Isaías como portador del Espíritu del Señor: “El Espíritu del Señor esta sobre mi porque el Señor me ha ungido”. Esta es la misma experiencia que tuvo Jesús,  según  el evangelio de Lucas que acabamos de proclamar. Es más, el Señor añade: “Hoy se cumple en mí esta Escritura que acabáis  de escuchar”.

2.   En efecto, Jesús tiene sobre sí el Espíritu Santo, y ha sido    enviado para anunciar la buena noticia a los pobres y para proclamar a los cautivos la libertad y  la vista a los ciegos. Es decir, Jesús al poseer sobre sí, el Espíritu se convierte en un profeta. Queda santificado para santificar. Por eso el Señor, ulteriormente al fundar  su  Iglesia,   le envió también su espíritu, con la finalidad de santificar a la humanidad.

3.   Y este   es el objetivo que tienen los  sacramentos en la Iglesia. Ellos emanan de la Pascua del Señor o sea del Resucitado que nos quiere comunicar su vida nueva. Son gracias específicas que recibimos para nuestra santificación. Son símbolos de la nueva creación que se inicia con Cristo el primer Resucitado entre los muertos. El óleo da vigor a nuestro cuerpo, el que, en manos del Médico divino, usaremos los sacerdotes, cuando nos llamen los hermanos enfermos.  Es el óleo de la agilidad y de la fortaleza en el combate, con el que ungiremos a los catecúmenos para significarles la asistencia desde los comienzos de la lucha de la vida cristiana, para que resplandezca en su vida la victoria pascual de Jesús. Finalmente, es el crisma, mezcla de aceite y perfume, instrumento de las bendiciones divinas, perfume de fidelidad al evangelio, con el que ungiremos todo lo que tenga que asimilarse al Ungido por el Espíritu, Cristo Jesús. Podemos afirmar, sin miedo, que participando de esta celebración, nosotros preparamos desde ahora nuestras visitas a los enfermos, nos comprometemos a ayudar a los cristianos en el combate de la fe y nos hacemos colaboradores y ministros de la acción del Espíritu que lo renueva y lo santifica todo.

4.   La Misa crismal tiene lugar dentro del jueves santo. Día de institución de la Eucaristía y del Sacerdocio. Por ello esta Misa tiene un tono sacerdotal, como manifestación de la comunión existente entre el Obispo y sus presbíteros en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo, por ello se hacen hoy la renovación de las promesas sacerdotales. Queremos expresar, desde ahora, nuestro saludo,  aprecio y sincero  agradecimiento a  nuestros sacerdotes.   Este  día debe servir, entre otras cosas,  para tomar conciencia de lo que significa el sacerdocio ministerial y su misión  dentro de la vida eclesial  así como su relación con el sacerdocio   común de los fieles.
5.   En efecto,  Jesús elige a hombres de este pueblo, para que por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión. Ellos renuevan en nombre de Cristo el sacrificio de la redención, preparan a los hijos de Dios el banquete pascual, presiden al pueblo santo en el amor, lo alimentan con la palabra de Dios y lo fortalecen con los sacramentos de la vida nueva.

6.   Por ello el sacerdocio ministerial lo entendemos sólo a partir del amor misericordioso del Buen Pastor que da la vida por sus ovejas (Jn 10, 15); éste,  no se entiende sino como una entrega gratuita y pura de Cristo a su Iglesia, que vino a servir y dar la vida como rescate por muchos (Mc 10,45).

7.   En la actualidad, nuestro pueblo siente la necesidad de Presbíteros que sean realmente “discípulos”, es decir: que tengan una profunda experiencia de Dios; configurados con el corazón del Buen Pastor; dóciles a las mociones del Espíritu; que se nutran de la Palabra de Dios, de la Eucaristía, y de la oración.  Y de presbíteros “misioneros” movidos por la caridad pastoral, que los lleve a cuidar del rebaño a ellos confiados y a buscar a los más alejados; predicando la Palabra de Dios. Requiere de presbíteros servidores de la vida: que estén atentos a las necesidades de los más pobres, comprometidos en la defensa de los derechos de los más débiles y promotores de la cultura de la solidaridad. También de presbíteros llenos de misericordia, disponibles para administrar el sacramento de la reconciliación. Pastores “al servicio de una Iglesia en comunión”, que ayuden a sanar las heridas de nuestro pueblo, a reconstruir la familia y la sociedad. Por tanto,  nuestro ministerio sólo se entiende, desde su solicitud hacia las ovejas, incluidas las que no son de  nuestro  rebaño.

8.   En su homilía de la Misa Crismal de hoy   dirigiéndose a los sacerdotes, el Papa Francisco recordó que en el Jueves Santo, en el que Cristo nos amó hasta el extremo (cf. Jn 13, 1), hacemos memoria del día feliz de la Institución del sacerdocio y del de nuestra propia ordenación sacerdotal. El Señor nos ha ungido en Cristo con óleo de alegría. La alegría del sacerdote es un bien precioso no sólo para él sino también para todo el pueblo fiel de Dios: Ungidos con óleo de alegría para ungir con óleo de alegría».
En este sentido El papa Francisco nos pidió hoy  a los sacerdotes católicos en todo el mundo que transmitamos  "alegría" a nuestro  alrededor y convirtamos  a la iglesia en una casa de puertas abiertas".
La disponibilidad del sacerdote hace que la iglesia sea una casa de puertas abiertas, refugio de los pecadores, hogar para los que viven en la calle, casa de auxilio para los enfermos, camping para los jóvenes", dijo el papa.

9.   Por tanto, queridos hermanos sacerdotes hoy jueves santo, al acercarnos a las celebraciones de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesucristo, renovemos  las promesas de nuestra  ordenación. Y que esta renovación nos ayude a   redescubrir cada día más nuestra  identidad y misión, para que de esta manera podamos servir a nuestro pueblo fiel, tal como lo  ha sugerido el  Papa Francisco.

10.       Por último, querido pueblo de Dios les rogamos que oren por nosotros, sacerdotes y también por mí, y por nuestro Papa Francisco,  para que siempre seamos fieles a la misión encomendada. Que es fundamentalmente un servicio a nuestro pueblo, particularmente a los más pobres y alejados. Que  la Virgen Santísima, Madre de los sacerdotes interceda por todos nosotros.  ¡Feliz día del sacerdocio!

                                                            

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